El joven Manuel Iradier siempre soñó con explorar África. Después de un breve encuentro con el famoso Henry M. Stanley, parte rumbo al golfo de Guinea acompañado de su esposa y su cuñada. Un compañero de instituto escribe un diario en el que quedan plasmados su interés por la naturaleza y los viajes, las guerras carlistas que cambiaron sus vidas y les hicieron madurar y, sobre todo, el descubrimiento del amor.